Diez años y pocos meses más tarde, el cuarteto de Ravel se estrena en la
Schola Cantorum. Como Debussy, Ravel empieza un ciclo de música de
cámara con un cuarteto de cuerdas. Como para Debussy, esta obra será su
único cuarteto. Pero ahí finaliza la comparación. La noche del concierto,
Claude Debussy se hace discreto y abandona la sala inmediatamente
después. ¿Habrá odiado la obra hasta el punto de irse sin avisar? ¿O al
contrario le habrá irritado el carácter genial de lo que acaba de oír? Esta
interrogación atormenta a Ravel en los momentos que siguen. Luego deja
de pensar en ello. Hasta el día en que Debussy le envía una carta. Su escritura
repleta de arabescos, se acerca a las cumbres:
“En nombre de los dioses de la música,
y en mi nombre, por favor no cambie
nada de lo que Usted escribió en su
cuarteto”.
CUARTETO TALICH 71